Entrevista a José Luis Garci

Enero de 2024 en Trépanos

Este mismo mes ha cumplido años uno de nuestros cineastas, críticos y divulgadores más ilustres. Premio Óscar en 1983 por Volver a empezar, Premio Goya en 1987 por Asignatura aprobada, Premio Nacional de Cinematografía en 1992… Toda una vida vinculada a las claquetas. En su 80 aniversario, hablamos con José Luis Garci sobre misterios y pasiones por la gran pantalla.

Juan Alberto Vich— Recibió el primer Óscar para una película española con Volver a empezar (1982) por parte de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, a la que pertenece en la actualidad. 40 años en contacto con una de las mayores industrias y referencias del cine, nunca exenta de polémica. La “jungla” de los Guns N’ Roses, lugar de grandes intereses, de oscuras narrativas, de descontentos profesionales… Es evidente: no es oro todo lo que reluce. Lo que un día fue exclusión, hoy es «inclusión impuesta» igual de injusta y dañina (me refiero a aquel anuncio de hace unos años que detallaba los requisitos mínimos que deben cumplir las películas para ser consideradas dignas de la estatuilla). ¿Cuánto sufre “la verdad del cine” con todas estas controversias, venidas de uno u otro lado?

José Luis Garci— El cine para mí, antes, como aficionado, y después, como profesional, siempre ha sido un recreo, el pequeño recreo que nos daban en el colegio entre clase y clase, y el recreo más largo, a media mañana.

J. A. V.— Después de 36 años, en 2019, pudimos volver a ver al detective Areta en pantalla. Supimos que hubo intención de hacer El Crack Tres (hace más de una década), pero —por desgracia— el estado de salud de Alfredo Landa no lo permitió. Carlos Santos interpretó el papel y volvimos a trasladarnos a su Madrid de asfalto, de luces en la noche, tragaperras y humo, que fue el de todos. Al mismo tiempo, hemos visto el sol, el aire puro y el mar, muy en especial en los paisajes asturianos. ¿Mientras en la gran ciudad “llueve mierda”, la zona rural guarda el cariño y la serenidad?

J. L. G.— Soy urbano, nacido en Madrid, que no es Nueva York, aunque es una gran ciudad. Pero me siento feliz respirando aire puro, tan distinto del cabaret. “Llueve mierda” en todas partes, en el mundo rural, más sereno, y en las calles de las ciudades. Y huele igual de mal en ambos sitios.

J. A. V.— Respecto a la difícil situación del sector cinematográfico en nuestro país, en 2013 afirmó para Jot Down que no volvería a hacer cine. Pero hace pocos años regresó con El crack cero (2019) y en algún momento ha sugerido que ésta puede no ser su última película. ¿Qué ha cambiado? ¿La industria, su ánimo o ambas?

J. L. G.— Creo que lo he citado hasta la saciedad. Volví, casi, “a petición”. Como comprenderás, ya no me atrevo a decir ni sí ni no. Me gustaría filmar otra película. Ojalá lo consiga.

J. A. V.— Saber que le hubiera gustado llamar “Qué grande era el cine” al programa “Classics” que dirige para Trece TV (2021- )  —en homenaje al mítico “¡Qué grande es el cine!” (TVE, 1995-2005)— parece adelantar, de algún modo, su impresión respecto al actual…

J. L. G.— No, no. Me encanta el título de “Classics”.

J. A. V.— Las claves visuales y las prestaciones técnicas de hoy son distintas a las de hace unas décadas, de eso no cabe duda. ¿De qué manera caracterizaría estos cambios?

J. L. G.— De formidables.

J. A. V.— Como Sesión continua (1984) y El abuelo (1998), su película Asignatura aprobada también fue nominada al Óscar y recibió un Goya a la mejor dirección en su segunda edición (1987). Después de tantos años de carrera profesional, José Luis, ¿quedaron más asignaturas pendientes que aprobadas? ¿Proyectos en el tintero que lamenta no haber llegado a materializar, anhelos que quedaron por resolver, tiempos por recuperar?

J. L. G.— Más aprobadas que pendientes. Sí, muchos proyectos no han salido adelante, por una razón u otra. Lamenté mucho no realizar El hereje, sobre la novela de Delibes. Horacio Valcárcel y yo teníamos bastante claro cómo debería ser su adaptación cinematográfica. Y creo que el actor elegido para el protagonista (entonces, menos conocido) Carlos Hipólito, habría estado sensacional. Gil Parrondo y yo habíamos pensando en unos decorados fantásticos, y el Auto de Fe en Valladolid, cuando el juicio de la Inquisición, podría haber sido inolvidable. Pero…

J. A. V.— Se han mencionado los programas de televisión “Classics” y “¡Qué grande es el cine!”, que —junto a “Querer de cine” (Telemadrid, 2009-2014)— han sido de especial relevancia en la divulgación del cine en este país. Una dedicación incansable que ha desarrollado también desde la radio y la labor editorial, a saber, en “Cowboys de Medianoche” (esRadio, 2009- ) y en la revista Nickel Odeon (1995-2003), respectivamente. Debe ser consecuencia de ese amor-afición-entusiasmo al que se refirió Julián Marías en un texto de 1991, recogido por Luis Alberto de Cuenca en la publicación de E-motion pictures (Notorious Ediciones, 2018). ¿Quizá obsesión?

J. L. G.— Pasión, pasión mejor que obsesión.

J. A. V.— Que esa pasión no cese, José Luis, y podamos seguir viendo nuevos trabajos suyos y redescubriendo el resto. Un fuerte abrazo.

J. L. G.— Gracias. Abrazos cinéfilos de cuando entonces.

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