«¡Feliz 150 cumpleaños, don Pío!»

Alberto Moyano, Diciembre de 2022 en Diario Vasco

Quizás una sociedad gastronómica donostiarra no sea el escenario más barojiano que quepa imaginar para homenajear a don Pío, pero en cualquier caso fue el que eligieron ayer un grupo de admiradores del escritor, a unos días del 150 aniversario de su nacimiento. No ocultaron tampoco algunos de los participantes que, amén de rendir tributo al prolífico y controvertido escritor, el acto incluía también una pincelada de desagravio ante lo que consideran un cierto desdén institucional hacia la figura de Baroja.

Fue un brindis en la sociedad Euskal Billera, seguido de una comida, en la que se dieron cita Iñaki Ezkerra, como impulsor del acto; Ignacio Suárez-Zuloaga; el filósofo Fernando Savater; el librero Ignacio Latierro; los columnistas y escritores Begoña Ameztoy y Álvaro Bermejo; el responsable de la revista Trépanos, Juan Alberto Vich; y otros ilustres del panorama cultural como Jorge G. Aranguren, el ilustrador José María Alemán Amundarain, Ángel García Ronda, Eduardo Iglesias; el ex rector de la UPV/EHU Manuel Montero y la excomerciante Teresa Cormenzana; y el politólogo y ex-parlamentario de UPyD, Gorka Maneiro. Pasó a saludar, pero no se quedó, el poeta Carlos Aurtenetxe y excusaron su presencia —entre otros—, pero enviaron sus respectivos mensajes, el exministro de Cultura, César Antonio Molina, y los presidentes de la Asociación por la Tolerancia, Carlos Basté, y del Movimiento la Intolerancia, Esteban Ibarra.

Mientras llegaban los comensales y formaban los correspondientes corrillos, se afanaba en la cocina el portavoz del grupo municipal donostiarra del PP, Borja Corominas, que preparó el menú: ensaladas de tomate y de lentejas, tortillas de patata, alcachofas y unas txistorras pre-santotomaseras. Con cava y txakoli brindaron los invitados ya en los prolegómenos de este homenaje a la memoria de don Pío.

«Un grande»

«Este acto obedece a que Baroja cumple 150 años el 28 de diciembre, como no podía ser de otra manera, día de los Inocentes, y simplemente se trata de brindar por este motivo. El lema es: «¡Feliz 150 cumpleaños, don Pio», explicó Ezkerra. «Somos gentes que tenemos a Baroja como a un amigo y una referencia, además de como al gran escritor que fue». «Un grande —apostillaba Eduardo Iglesias—. Acabo de releer ‘El cura de Monleón’, que no es de sus novelas más conocidas, pero que me moló muchísimo cuando la leí con 19 años porque se metía con todo».

Para Fernando Savater, Baroja tiene una vigencia que va más allá de la etapa juvenil. «Yo sigo sin abandonarlo. Galdós, que será estupendo, me aburre mortalmente. En cambio, don Pío me entretiene siempre, incluso cuando te cuenta cosas que no son las que más te pueden interesar. Todos los veranos me leo una de sus novelas», afirmaba Savater, que no ocultaba su temor a que «se me acaben», una inquietud que despejaba a la vista de la ingente producción literaria del homenajeado. «Además, siempre puedo empezarlas de nuevo», confesaba.

El filósofo donostiarra se maravilla ante el carácter contradictorio de Baroja «porque te puede salir por cualquier lado, frente a otros escritores monolíticos que ya sabes lo que te van a contar antes de empezar a leerlos».

«Se lo merece todo»

Ignacio Latierro explicaba su presencia en el homenaje en el hecho de que «más allá de valoraciones personales y particulares, Baroja es una de las grandes figuras de la literatura vasca». Opinión que compartía Teresa Cormenzana, pero que añadía a sus motivaciones un cierto ánimo de desagravio tras la negativa del Ayuntamiento donostiarra de conceder la Medalla de Oro de la ciudad al escritor. «Baroja se lo merece todo. Algo de ánimo de desagravio sí que hay».

Más barojiana en cuanto a la actitud vital que en lo estrictamente literario se confesaba Begoña Ameztoy. «Soy muy escéptica, bastante asocial y creo que hay poco que esperar del ser humano. Esa especie de neblina interior se compadece mucho con Baroja. Se consideraba ateo, pero es imposible que un hombre así lo fuera de verdad porque buscaba la esencia de la divinidad».

Antes de la comida, hubo foto de grupo copa en mano. «Recuerda que se llama ‘instantánea’ por algo», le bromeaba Savater al fotógrafo, en un intento de que no se prolongara mucho el ‘posado’.

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