Septiembre de 2022 en Trépanos

Pocos han realizado una labor tan extensa y fundamental como la de Carlos García Gual en relación a la herencia greco-romana para este país. Traductor incansable, crítico y escritor, catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Real Academia Española (RAE) desde 2019, ha recibido a lo largo de su dilatada carrera el Premio de traducción Fray Luis de León (1978), el Premio Nacional a la Obra de un Traductor (2002), el Premio José Luis Sampedro de Getafe Negro (2019) y el Premio Internacional Alfonso Reyes (2020).
Juan Alberto Vich— Dirige la colección Clásica de Gredos —también su Biblioteca Universal—, una de las publicaciones más valoradas en el mundo académico. Sabrá de su recepción en el mercado. Apreciado Carlos, ¿son vacas flacas para la filosofía, se mantiene constante su interés o nos sorprendería su demanda?
J. A. V.— El gusto que el mundo clásico continúa suscitando en la actualidad es claro, más aún viendo el éxito que edición tras edición siguen cosechando, anualmente, las jornadas de la antigüedad que se celebran el Koldo Mitxelena (motivadas y dirigidas por nuestro amigo común Javier Mina desde hace más de 25 años). Pude saludarle allí por primera vez, después de una conferencia a la que no pude asistir por aforo completo y al día siguiente durante la exposición en la sala Ganbara. La filosofía clásica seguirá interesando porque, con sinceridad, no nos separan tantas cosas de los griegos antiguos como cabría esperar… los temas que abordaron hace más de dos mil años, siguen siendo para nosotros fundamentales. ¿Qué sería más conveniente, definir el clásico como aquel que interesa para toda época o, en cambio, como aquel que no pertenece a ninguna época concreta?
J. A. V.— Heidegger, en respuesta a Sartre, criticó todo humanismo como uno esencialista. A su estela, Sloterdijk muestra su rechazo… Existe una corriente que interpreta la educación como «domesticación», haciendo tambalear el proyecto humano. Sospecho la respuesta (y la comparto), pero quisiera conocer su argumentación, ¿entiende la cultura como una restrictiva o liberadora? ¿Cuáles serían, empero, los límites que no debería rebasar?
J. A. V.— La filosofía nace como una racionalización del mito, como pensamiento crítico ante éste. Se interpreta, bajo la presente concepción, como una superación. Sin embargo, el sistema cognitivo humano ni puede (ni debe) obviar el mito… El ser humano tiene la capacidad de pensar una misma cuestión bajo diferentes ópticas, ¿considera algunas mejores que otras o —como en mi opinión— considera que cada una cumple su función en según y qué esfera?
J. A. V.— ¿Cómo interpreta las readaptaciones de los clásicos? ¿Las considera necesarias para acercar al público a contenidos que no acostumbra o, más bien, lo considera innecesario?
J. A. V.— Es posible pensar en un futuro apocalíptico —quizá, y por desgracia, no tan lejano ni ilusorio— de una sociedad sin bibliotecas privadas. Usted sintió la inquietud lectora a partir de la biblioteca de su abuelo, como tantos. ¿Qué esperanzas quedan si el abuelo no tiene biblioteca, si el ánimo lector no encuentra objeto relevante?
J. A. V.— Con respecto a su labor en la Real Academia Española (RAE). Por mucho que digan que el lenguaje está vivo y que vive por y para quienes lo hacen vivir, ¿no debe la academia rechazar tendencias pese a que sean, cada vez, más habituales? ¿No puede ser la siempre-aceptación, gérmen destructor de la regla y del bien hacer?
J. A. V.— Carlos, agradezco infinítamente el rato que nos ha dedicado. Seguiremos leyendo sus publicaciones con el entusiasmo que transmite. ¡Gracias por todo y un abrazo!
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