Del giro lingüístico al giro corporal

Mayo de 2017 en Crisol (Revista de Estudiantes de la UPV/EHU)

Si el siglo XX fue el del giro lingüístico de la filosofía, podemos decir que el XXI está siendo el de su giro corporal. (Filosofía inacabada; Garcés, M.)

La Era Clásica presentó, además de los ya conocidos conflictos bélicos, otra clase de enfrentamientos, como el que existió entre el concepto de moira (la idea resignada de un universo fijo, heredada de las lecturas homéricas) y el “todo fluye” del Oscuro de Éfeso. En nuestro tiempo, la corriente de pensamiento general se decanta por esta última vertiente. The times they´re a changing, como canta el reciente nobel de literatura. Un cambio o una evolución, sea heurística o estocástica, que no tiene por qué expresar prosperidad. Resultaba de hecho, más común la percepción contraria, el avance hacia la debacle (presente en la obra de Hesíodo con las edades del hombre). «Cualquier tiempo pasado fue mejor» apuntaba Jorge Manrique en sus coplas.

Introdujeron con intención de manifestar mejora, el concepto de ‘progreso’ escritos como los de Séneca o Lucrecio (el telos de los ilustrados), que no alcanzaría su importancia hasta la aportación de Descartes. Idea de progreso renombrada, bajo el camuflaje de una piel de cordero, por la palabra innovación. Término asociado incluso a las tareas de los febriles grupos (mediocres en su gran mayoría) de brainstorming y todos esos anglicismos absurdos, que emanan una positividad artificial alrededor de una pizarra llena de pósits de colores como si de niños en un campamento de verano trataran y que a tantos repugna. Esa es ahora mismo la noción de progreso más próxima a nuestra cotidianidad.

Atendamos ahora a uno de los posibles tipos de cambio: el giro. De igual manera que otra serie de términos, señalados ya en el presente artículo, la idea de giro tampoco presenta necesariamente consecuencias positivas; sin embargo, nos aporta más información de la aparente. Para que pueda darse un giro será imprescindible la existencia de un eje de rotación, lo cual implica un estadio previo al movimiento (y a diferencia de los anteriores, la traslación se dará en torno a la referencia). Extrapolemos el vocabulario de la geometría al ámbito social, ¡de este modo se ha construido la historia! Entiéndase esta última como una hélice cilíndrica construida en función del tiempo (incluye los contextos históricos). (Figura 1) Tomando la perspectiva de su perfil, se observa una curva sinusoidal con sus máximos y sus mínimos (sin hacer juicios de valor), los opuestos de radio para cada paso que podrían recordarnos (en cierto aspecto) a la concepción filosófica del eterno retorno, contrario al pensamiento ilustrado. La una, su maniquea y vuelta a empezar; con un nexo de unión que ofrece todas las posibilidades de posicionamiento y que guardan memoria de lo antes acontecido. «Innovar consiste siempre en volver atrás.» (Le Goff) El avance a través de la linealidad, en general adecuado a las generaciones.

Figura 1: Representación gráfica de la historia.

Sirvan como ejemplo y referidos a la filosofía algunos de ellos: universalismo-relativismo, racionalismo-empirismo, realismo-idealismo,… y tantos otros. Con sus correspondientes correcciones, como apuntan algunos filósofos de la historia, y meteduras de pata. Un árbol de la vida de Darwin, con una copa frondosa de infinitas ramas cilíndricas que sigue creciendo. Tanto en la física como en nuestros círculos cercanos, se denominará ‘revolución’ al giro completo (360º) que suceda en un t determinado o lapsos muy reducidos; empero, el resultado no será idéntico al paradigma de inicio sino que presentará un cambio radical con respecto a éste. Considérense, por tanto, los giros como cambios de método.

Analicemos la rama madre del campo filosófico, de la que surgirá cada una de las corrientes de pensamiento que conocemos. Hasta el siglo XVII ésta fue desarrollándose considerando a la esencia fuente de nutrientes. Kant introdujo, durante la segunda mitad del siglo XVIII, el giro copernicano, replanteando la posibilidad de verdad y presentando el conocimiento sintético a priori. Más adelante, Nietzsche daría pie a un segundo giro. Ya no sólo se preguntó por la posibilidad de verdad, sino por su valor, proponiendo la muerte del lenguaje de la moral.

Alcanzamos al fin, el giro lingüístico (término acuñado por Gustav Bergmann) surgido a mediados del siglo XX y que hoy nos ocupa. Fue considerado a partir de las aportaciones de Wittgenstein y otros analíticos, quienes examinaron el lenguaje como medio de resolución de los problemas filosóficos. Propiciarían así, el desarrollo de una filosofía del lenguaje, en la que prevalecería el pensamiento positivista y la necesidad extrema de alcanzar certezas. Su premisa: sólo se podrá conocer lo definible mediante el lenguaje, la realidad es el lenguaje. Se observará una diferencia en la predisposición ante la cuestión por parte de su máximo exponente, Wittgenstein, divisible en dos etapas: una primera, en referencia al del Tractatus, de pensamiento estructuralista lógico; y otra segunda, el de las Investigaciones filosóficas, que contemplará el lenguaje como una herramienta cotidiana de (y para) la comunidad. Surgen también corrientes como la fenomenología trascendental, encabezada por Husserl y el regreso al estudio de las esencias; el existencialismo, con Sartre y sus predecesores (Husserl, Heidegger, Kierkegaard,…), quienes contemplaban la existencia como suma de elecciones, angustia y responsabilidad; la hermenéutica con Heidegger y Gadamer como promotores, reduciendo lo comprensible al lenguaje, al hábitat; etcétera.

Será Merleau-Ponty quien huya de la singularización propuesta por Heidegger y Sartre (apreciable en la obra de teatro de este último: Las moscas; en el diálogo entre Orestes y Júpiter que presenta la idea de que «la única ley es la de uno mismo»). Así «nuestra relación con lo verdadero pasa por los otros» (Filosofía inacabada; Garcés, M.), presentando la necesidad de la interacción social para la existencia del ser. El nexo de unión entre el individuo y la sociedad se dará en el cuerpo, aquí el llamado “giro corporal”. Su fenomenología de la percepción expone que la subjetividad no es única, ya que lo sensible del campo afectará a más de un cuerpo (intersubjetividad e intercorporalidad). La filosofía actual se desarrolla bajo estos supuestos. Demanda Merleau-Ponty: ¡Deshagámonos de la búsqueda obsesiva de las certezas absolutas! ¡Hay vida en las calles! Los límites de tu cuerpo significan los límites de tu mundo.

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